Opinión

#DíaMundialDeLaRadio: «Hay silencios que hacen ruido»

Cuando una frecuencia de radio deja de emitir, en el recorrido por el dial percibimos un ruido. Y es un ruido molesto. El ruido de la ausencia de voces reclama atención.

<strong>Por: Carina Escuer</strong>

Por: Carina Escuer

Staff de Río Colorado Informa

Esto ocurre cuando nos situamos en el 95.5, por donde emitió durante 15 años FM De La Comarca, radio decomisada el 1 de marzo del año pasado. Lo traemos a colación hoy; «Día mundial de la radio»

La aparición de la señal de radio, en la que Argentina fue precursora con aquellos «Locos de la azotea», revolucionó la comunicación en el mundo. La radio con su magia, a principios del siglo pasado, abrió la puerta a una conexión única con los hogares de todos los estratos sociales, democratizando contenidos, poniendo a disposición de todos, lo que antes estaba vedado para muchos. Por eso la radio es, y sigue siendo popular.

Aún en tiempos de nuevas tecnologías digitales, se adapta y sobrevive.
Con la aparición y proliferación de las FM, las pequeñas comunidades encontraron un medio que replicara sus propias voces, sus mismas cosas.

De tan útil, podemos afirmar, no hay comunidad que no se identifique con la propia, donde un comunicador; avezado, preparado o por vocación, habla su propio idioma; en definitiva cumple una labor insustituible como transmisor de cultura, propiciando espacios de comunicación, de promoción publicitaria para productos y servicios locales, de información e interacción en temas que importan realmente al medio que la escucha. No es sólo una herramienta para quien la sintoniza, también es generadora de espacio para la diversidad de voces, la creación de producciones periodísticas y musicales de toda índole. Es fuente de trabajo y sustento genuino.

La radio se cuela por cualquier rendija, llega donde a otros medios se les dificulta, y hoy se hace lugar también a través de la Internet. Se reconvierte y sigue presente.

A lo largo del tiempo, nuestro país ha carecido de un marco normativo que regule el funcionamiento de las FM. Al menos con una perspectiva federal que permita al interior acceder a las frecuencias habilitantes con una visión de permanencia, sin las limitantes económicas y administrativas de un manejo centralista desde la Capital Federal. Pero regular no es impedir.
Si bien la Ley de Servicios Audivisuales fue una herramienta de acceso válida, en su escaso tiempo de aplicación no supo o pudo llegar a todas, sobre todo ante el advenimiento de una administración posterior que sigue prefiriendo la centralización y concentración de medios de comunicación y voces unívocas, con una posición y discurso afín, atacando y acallando opiniones que le son adversas.

Este gobierno nacional encontró un resquicio por donde entrar para cerrar radios, sin verse afectado por las garantías de libertad de expresión y opinión que nos brinda la Constitución nacional. Una resolución publicada en abril de 2017 en el boletín oficial, habilita el cierre y posterior decomiso de equipos por cuestiones de «Seguridad Nacional», con las supuestas interferencias a las bandas aeronauticas y marítimas, y afirmo «supuestas», porque nosotros, pequeños radiodifusores, no contamos con los medios para demostrar que no ocurrieron. En todo caso si hubieren ocurrido, se trata de una falla técnica de equipos que se soluciona con ajustes, como ocurría anteriormente; apagar, ajustar, controlar vía la CNC y continuar emitiendo. Cientos de radiodifusores de todo el país sufren la confiscación de equipos, significa que pierden todo el capital conseguido durante años de trabajo y esfuerzo, y se ven envueltos en causas en la justicia Federal, al mismo nivel que cualquier terrorista.

Entiendo que hoy los radiodifusores de FM nos vemos expuestas a argucias técnicas y legales que nos pueden dejar fuera del aire de la noche a la mañana.

Mientras tanto, a la luz de lo que ocurre, considerando también los costos de tarifa eléctrica que se incrementan exponencialmente limitando el funcionamiento, lejos de amedrentarnos, seguimos apostando a lo que sabemos y queremos hacer, porque «Aunque los molinos no estén andando, el viento sigue soplando».

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