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La inequidad tarifaria. Gas Natural y Gas envasado. Un consumo energético diferenciado

Los tarifazos encendieron la mecha. Primero el aumento de más del 150% en el servicio eléctrico, luego la tentativa de un aumento que osciló el 2000% en la tarifa de Gas natural. Movilizaciones ciudadanas, amparos judiciales, reuniones de gobernadores e intendentes patagónicos con los ministros responsables del descalabro tarifario. Inversiones en infraestructura que no se hacen, transferencias de activos a las empresas, aumentos que se fijan en 400 y 500%. Todo un desmanejo. ¿Y los que no tienen gas natural? Tensiones y contradicciones que se revelan con la llegada del invierno.

Las tarifas en el sube y baja.

La increíble medida sacudió la realidad socioeconómica de la región. Facturas bimensuales que rondaban el orden de los 200$ en el consumo de una familia tipo, con 3 o 4 bocas de gas en su vivienda (cocina, termotanque/calefón, calefactor/es según cantidad de ambientes). Tarifas subsidiadas e inequitativas en relación al gasto de una misma familia tipo que no posee conexión a la red de gas natural en su vivienda, y debe recurrir al gas licuado envasado para cocinar, calentar el agua, calefaccionarse.  De algún modo, rondaba en el imaginario social la idea de una reactualización en las tarifas, incluso antes del paquete de nuevas medidas económicas que impuso la gestión de Cambiemos. Un aumento esperable en la tarifa, acorde al promedio de devaluación e inflación de lo que va del 2016, no hubiera causado tanta indignación y movilización.

Pero aumentos exponenciales del orden del 1500% para medidores residenciales, y del orden del 2000% a municipios, instituciones públicas, organizaciones, empresas, hoteles, restaurants, pymes, pueden poner la región en una aguda situación de crisis económica y social. Devaluación, inflación, ajuste, aumentos siderales en las tarifas de servicios públicos.

¿Qué análisis hacer de esto?? La transferencia de riquezas va directamente del trabajo al capital. Las  ganancias van directamente para las empresas petroleras, no para el Estado. La más que duplicación del precio del gas en boca de pozo tiene como objetivo nodal la recomposición de utilidades netas de las empresas hidrocarburíferas, sin ningún tipo de compromiso de estas en inversión para aumentar la producción.

Se puso de manifiesto un nivel de improvisación total de parte de los ministros de Energía Aranguren, ex CEO de Shell, quién promovió los aumentos, como del Interior, Frigerio, quién tuvo el desatino de afirmar  que “en la Patagonia el gas era tan barato que la gente andaba en remera dentro de su casa y con las ventanas abiertas”. Se quitaron los subsidios a la Patagonia, que es de donde brota el fluído. No hubo un análisis cualitativo diferenciado, no se tuvo en cuenta condiciones regionales, climáticas, estacionales. Una mirada porteñocéntrica arrogante, que desconoce las especificidades y necesidades económicas, sociales y culturales de cada región, y de cara al invierno.  Pero el que no llora no mama.

Las gestiones de los funcionarios.

Empujados por el clamor y la movilización popular, comenzaron las gestiones de los gobernadores de las provincias patagónicas, y algunos intendentes, ante los funcionarios del gobierno nacional.

Tras una serie de reuniones, en las que los gobernadores de Patagonia  manifestaron el descontento popular y la necesidad de rever los aumentos, se anunciaron topes en los mismos, sin elaborar consenso alguno. Los ministros de Energía e Interior anunciaron que el aumento para medidores residenciales en todo el país es del 400%, y para empresas, comercios, instituciones, etc, es del orden del 500%.

Es decir que se pasó de un aumento de 1500% al 400%, y del 2000% al 500%.  Por otro lado, se hizo el anuncio de que se mantendrían tarifas sin aumento para los sectores más vulnerables: no hay aumento para beneficiarios de programas sociales, jubilados que cobran la mínima o menos de 11.000$, discapacitados con medidores a su nombre, trabajadores que no tengan ingresos mayores a 12.100$.

Por ahora, estos anuncios no minaron el descontento social por el tarifazo. El gas es un recurso vital e indispensable para condiciones de vida saludables en la Patagonia.

La inequidad tarifaria. Gas Natural y Gas envasado. Un consumo energético diferenciado

No hace falta ser muy erudito para reconocer la injusticia que hay detrás de la distinción entre el acceso a viviendas con gas natural de red, y las condiciones de las viviendas que no poseen el servicio y utilizan el gas licuado de petróleo. Una familia que cocina, se calefacciona y calienta agua con garrafas, gasta en este servicio público hasta 5 veces más que una familia con gas de red.  El punto fundamental de esta inequidad radica en que el costo de cada caloría de gas envasado es más de 8 veces más alto que el costo de la caloría de gas natural de red.

A esto también se suma las características de las viviendas de los sectores más vulnerables de la población. Si una casa está mal “abrigada”, construida con materiales con escasa inercia térmica, que no acumulan calor sino que lo liberan rápido, con muchos “chifletes”, y sin aislación térmica en techo y paredes, las calorías acumuladas en las viviendas se fugan rápidamente. Del mismo modo, sistemas de calefacción a leña ineficientes, que liberan la mayor parte de las calorías que surgen de la combustión a la atmósfera, como las salamandras o los clásicos “tachos”. Esto no contribuye a un ahorro energético, sino que genera una utilización ineficiente de este recurso, ya sea tanto del gas como de la leña. Si se pudiera destinar subsidios al mejoramiento de las condiciones de aislación térmica de las viviendas, en lugar de subsidiar la rentabilidad empresaria, muy diferente serían los consumos energéticos como el gasto de los sectores más vulnerables en este servicio público.

El costo del gas envasado.

El costo de la garrafa de 10kg es hoy en las distribuidoras de 130$. En los mercados y despensas de los barrios puede oscilar entre 150 y 160$. Cuando menos, para cocinar, calefaccionarse, prender el termotanque o calefón unas horas al día, una familia de 4 integrantes utiliza 2 garrafas por semana cuando aprieta el frío.

El Plan Calor de la provincia, entrega 3 garrafas de 10kg. por mes.  El Programa HOGAR del Ministerio de Energía y Minería de la nación, subsidia a los beneficiarios inscriptos o reconocidos por ser destinatarios de algún programa social, con un subsidio de 77$ por garrafa, fija el precio máximo de referencia en 97$, y reconoce a familias de la provincia de Río Negro, con hasta 4 integrantes, de 30 garrafas al año, y de más de 5 integrantes, de 35 garrafas. Pero de esas 30, reconoce 4 durante cada uno de los meses del invierno, o sea 16 garrafas entre Junio y Septiembre. Seguramente para el ministro Aranguren, este programa también debe formar parte de la “pesada herencia”.

Sin dudas todas estas políticas ayudan, suman, pero también sin dudas no alcanzan a cubrir ni el 50% de los recursos que deben destinar las familias sin gas de red para pasar el invierno. La distribución y venta de garrafas de está dominada por la lógica mercantilista, en detrimento del derecho popular al acceso a un servicio público vital.

 

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