Joe Lewis, el ingles que se apropió de Lago Escondido
Quién es el magnate británico de 85 años que impidió violentamente a un grupo de manifestantes acceder al hermoso lago cercano a El Bolsón. El miedo que reina en la comunidad y la amenaza de que su poder continúe intacto.
El magnate británico Joe Lewis no sólo se apropió de 12.000 hectáreas en la Patagonia, Lago Escondido incluido, a 50 kilómetros de El Bolsón. Si no que también tiene un aeropuerto privado en la provincia de Río Negro con una pista de casi dos mil metros de largo, cerca de la costa atlántica, a 30 kilómetros de Sierra Grande, cuyos movimientos se desconocen y que no tiene radares.
En dos horas, un avión puede llegar de ahí a las Islas Malvinas y -según contó la titular del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) y principal querellante en la causa de la apropiación de las tierras, Magdalena Odarda- hubo denuncias de vuelos hacia la zona que quedaron en la nada.
Los miembros de la comunidad no le conocen la cara a Lewis –sólo visitaron su mansión políticos y empresarios- y no saben cuándo está o no en la provincia. Pero quieren acceder al lago. Es su derecho.
Pueblo chico, infierno grande: los vecinos se enteran igual de las obras que se hacen en la estancia: apeos, puentes. Lewis, a través de sus empleados, se encarga de convertir el bosque nativo en la mansión de sus sueños y no quiere que el «vulgo» pise la misma tierra que él camina cada tanto, pero que tiene bien custodiada.
Precisamente, el domingo pasado impidió violentamente a través de su grupo de choque que un grupo de manifestantes ingresara a Lago Escondido haciendo el llamado «camino largo».
Son tres horas caminando en la montaña o a caballo. La travesía es muy peligrosa, aún para gente muy entrenada. Por eso, Odarda tuvo un accidente en el caballo cuando tiempo atrás lo quiso hacer. El camino corto es más amable, pero Lewis tampoco permite que se use. Se llama Tacuifí, o «Tanto tiempo» en lengua mapuche.
Billetera mata galán
Dueño de la sexta fortuna más grande del Reino Unido, el dinero de Lewis asciende a más de 5.000 millones de dólares. Según la revista Forbes, terminó 2015 en el puesto 277° de los hombres más ricos del mundo.
Es la cara visible de un poderoso grupo económico dueño del club Tottenham y parte de Pampa Holding, que tiene entre sus activos a Edenor, la mayor distribuidora de electricidad del país, una de las grandes compañías de servicios públicos y cuyo margen de ganancias aumentó exponencialmente con la política del gobierno anterior.
El dinero pesa a la hora de imponer su voluntad sobre la ley. Porque si bien la causa en la que se lo investigaba por la triangulación en la compra de las tierras en 2016 -cuya querellante es Odarda- prescribió, está vigente el fallo que establece que los rionegrinos pueden acceder al lago por las dos vías que ofrece la ruta 40.
Los vecinos se manifiestan, protestan y van a la justicia. Pero los más díscolos sufrieron amenazas y muchos no quieren hablar por temor a nuevas represalias.
Lewis está asociado a al empresario Marcelo Mindlin, quien compró la constructora del Grupo Macri, que pertenecía a su primo Angelo Calcaterra. Una operación que no dejó de generar suspicacias.
Durante los noventa, el empresario inglés de 85 años compró la estancia de la polémica y fue denunciado por adquirir esas hectáreas por un valor muy debajo del mercado y por haber triangulado la operación para que su nombre, el de un extranjero, no figure como propietario de esa cantidad de tierras en una zona de frontera.
Pero la principal polémica se suscitó cuando impidió el acceso a Lago Escondido. Lo denunció la dirigente de la Coalición Cívica Madgalena Odarda, quien obtuvo fallos a favor en 2009, 2012 y 2013 que Lewis nunca se molestó en cumplir. Odarda fue la principal querellante.
Cuando Odarda era legisladora provincial por Río Negro, en 2013, una mañana dejó la camioneta en un estacionamiento público de San Carlos de Bariloche y fue al juzgado a ver el expediente del caso Lago Escondido. Cuando salió, no se dio cuenta de que le habían aflojado los bulones de una rueda. Dice que «no ocurrió un accidente porque salíamos de viaje y elegimos ir por camino de tierra y despacio. Pero la rueda se salió completamente», contó. Obviamente hizo la denuncia con resultado nulo.
En otra ocasión, cuando denunciaron la existencia del aeropuerto cercano a Sierra Grande, sufrieron un robo en el bloque legislativo. Desaparecieron todas las computadoras. Odarda no se amedrentó y sigue investigando pero sabe que el enemigo es muy poderoso.