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El aumento que se viene

Después del aumento del dólar, llegó el de los combustibles, la elaboración de miles de productos alimenticios será uno de los elementos que se verá afectada por este incremento, el aumento se reflejará en los próximos días en los productos habituales que consume la gente.

 

 

Dos de los conservantes más utilizados por la industria alimenticia en una amplia variedad de productos son el propianato de sodio y el sorvato de potasio. Se los requiere para la elaboración de pastas, galletitas, panes, dulces, mermeladas, jaleas, gelatinas, budines, rellenos, condimentos, salsas, bebidas y quesos, entre otros. Su precio se mueve con la cotización del dólar. El propianato de sodio cuesta 4,40 dólares el kilo y el sorvato de potasio, 6,24.

 

A principios de mayo, los proveedores de esos insumos expresaban el valor en pesos de las facturas a 15,20 por dólar. Esta semana llegaron boletas a 16,65. Es un aumento del 9,5 por ciento. Lo mismo ocurre con colorantes, endulzantes, pastinas y demás componentes básicos del sector que se emplean en prácticamente todas las líneas de consumo masivo (panificados, productos cárnicos, embutidos, bebidas, lácteos). El aumento en el precio de la divisa, por lo tanto, le agrega picante a una inflación que en junio volvió a repuntar de la mano, justamente, del rubro alimentos.

 

El ministro Nicolás Dujovne anticipó que el IPC marcaría 1,5 por ciento para el mes que acaba de terminar, mientras que las consultoras de la city estiman entre 1,4 y 1,7. La proyección de que se ubicaría por debajo del 1 por ciento debió ser corregida una vez más, como viene sucediendo desde fines del año pasado.

 

 

Además de la cuestión cambiaria, los aumentos de electricidad y gas pautados para después de las elecciones y la puja distributiva por el incremento de costos que implican las paritarias para las empresas son otros elementos que entran en juego para esperar que la inflación se encamine a un 25 por ciento en el año. Ese porcentaje podría ser mayor de aprobarse también un tarifazo en el transporte, que el Gobierno decidió dejar para después de octubre por sus necesidades electorales, y si hubiera nuevas subas en combustibles como la que se prevé para los próximos días.

 

Sin un plan virtuoso para bajar la inflación que logre al mismo tiempo incrementar los niveles de consumo, producción y empleo, la presión que ejercen las autoridades sobre los salarios termina por configurar un escenario cada vez más preocupante para los sectores populares. Un eventual triunfo de Cambiemos en los comicios legislativos es el espaldarazo que espera el poder económico para avanzar más a fondo con la restauración conservadora.

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