Música

A 9 años del último “ritual piojoso”

Siete discos de estudio y tres en vivo, cientos de rituales, miles de tatuajes y un cancionero popular integrado por canciones que cambiaron el rótulo de “hits” al de “clásicos” por permanecerán por siempre. Además, un show. Un River repleto, hasta las bolas, bañado en la nostalgia de que todos los que íbamos sabíamos que era la última vez de esa banda en escena. 30 de Mayo de 2009, último ritual. Los Piojos se iban pero dejaban, como toda banda enorme, su leyenda en pie, inalterable con el paso de los años.

Por Javier Hernán García (rockandball) – Se cumplen 9 años de aquel mágico último ritual en River. Tres horas de shows, muchísimos temas, un cierre al palo con “Muévelo” haciendo mover el culo y las patas a todo el Monumental que era un hervidero. Épico. Glorioso. Piojoso. Ni más ni menos.

20 años se mantuvieron marcando el tempo del Rock argentino. Junto a La Renga, Los Piojos fueron los “herederos” del lugar de privilegio. Y le hicieron honor, eh. Andrés Ciro Martínez es, posiblemente, el mejor showman de este suelo. Lo revivimos cada vez que Los Persas salen a la cancha, pero, sin que se enoje Andrés, no es lo mismo. Ni por asomo. Falta la mística, papá.

Falta Micky y su bajo, Dani Buira o Roger marcando el corazón de la banda, Pity y su viola sensible, dueña de riff inolvidables, el gran Chucky y esas teclas que se enquistaban en el alma y, claro, Tavo. Tavo y su aura. Tavo y su eternidad. Tavo, el que ya no está, pero revive en cada canción que suena en algún lado.

Pasaron nueve años de una noche que confirmó aquello que siempre dice el Indio Solari: “Las despedidas son esos dolores dulces”. De aquel River, empapados, nos fuimos felices y tristes por igual. Felices porque Los Piojos se retiró, como hacen los grandes, dejando una imagen enorme. Pero tristes, tristes porque era el Final(e) de una historia de amor, rock, adolescencia, sexo y esquina. Los Piojos, para quien escribe, fueron la banda de sonido de la adolescencia, esa época de la vida que disfrutamos a más no poder y, cuando se termina, recordamos con una nostálgica tristeza, mezclada con una sonrisa por lo que fue. Bueno, así recuerdo a Los Piojos.

Si me tengo que poner en egoísta no le perdono a Ciro el querer haber sido “Bigger Than Los Piojos” y abrirse. No se lo perdono. Después, casi inmediatamente después, me vienen a la mente las noches en Atlanta, All Boys, Luna Park, Rosario, La Plata, Córdoba, Mar Del Plata, River, Obras y bueno, se me pasa un poco. Es un dolor dulce, no duele menos, duele distinto.

Ya van nueve años, y podemos ver a La Franela, el excelente proyecto de Pity, podemos escuchar La Que Faltaba, del genial Micky e incluso oír El Vuelo de La Grulla. También, claro, siempre están Los Persas; los que se llevaron la mayor parte del público piojoso, a su líder, pero no pudieron, ni podrán, llevarse su esencia.

Esa esencia, me gusta pensar, se quedó a vivir entre las paredes del Monumental. Porque ahí, en la cancha de River, ese 30 de mayo de 2009, fue cuando Los Piojos sacaron a relucir, por última vez, todos los atributos con los que conquistaron la escena durante dos décadas, fanatizando pendejos y pendejas, haciendo que el “87” sea el número de casi toda una generación y dejando tras de sí himnos que tienen una mágica capacidad: te transportan.

Te llevan. Te hacen viajar al pasado. No puedo escuchar “María y José” sin pensar en el barro de Atlanta, no quiero pensar “Babilonia” sin acordarme de la estampida final de un Vélez en retirada, y la banda sorprendiendo. No puedo concebir “Cruel” si no es bajo la lluvia, en Ferro, para iniciar un show épico. Ni quiero pensar en “Luz de Marfil” como el tema en que en La Plata, le toqué la mano a Ciro. ¿Qué decir de aquel último “Muévelo”? Con River bailando al palo, con todos esos fantasmas peleándole al viento y a la idea de que lo que no podía ser iba a ser. Esos últimos 5, 6 minutos, al palo, con la banda dejando todo y Ciro ofrendándose bajo la lluvia fueron lo último que nos regalaron Los Piojos. Lo último palpable.+

Después, uno siempre puede poner un disco, escuchar un tema y viajar. Ir hasta donde el corazón lo mande. Quizás por eso hoy, y cada día, hay que agradecerle a Los Piojos. Música para emocionar, música para vibrar, música para sentir, pero, sobre todo, música para viajar en los recuerdos, en el pasado, en la gente que quizás hoy ya no está o que está de diferentes maneras. Música para el alma. No es sólo rock n’ Roll, y me gusta.

Es imposible resumir la carrera de Los Piojos en estos renglones. También lo es hablar de aquella noche, sin tener que olvidarse nada o sin darse cuenta que todo le queda chico. Como fanático, como persona que vivió ese River, gracias. ¿Qué se vuelvan a Juntar? Si tienen ganas, que lo hagan. Ahí estaré. Ahora espero sentadito en el cordón, que venga la buena leche, que la esperanza no que empañada y que ese “Ando ganas de encontrarte” se haga real. Mientras, voy a llevarte en mí, en aquella Esquina Libertad.

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