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Sequía en la cordillera de Neuquén: preocupante déficit de agua y nieve rumbo a la primavera

La Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC) difundió un informe que encendió las alarmas: la acumulación de agua y nieve en la cordillera neuquina se encuentra muy por debajo de los valores históricos. La sequía que golpeó en los últimos meses a la cuenca de los ríos Limay y Neuquén deja un panorama complejo para la llegada de la primavera y genera dudas sobre la disponibilidad hídrica en el verano.

El estudio comparó las cifras actuales con los promedios históricos de la región y el resultado fue desalentador. El lago Nahuel Huapi, el más grande de la zona andina, apenas alcanzó en julio el 28% de su nivel máximo histórico, es decir, unos 20 puntos por debajo de lo habitual. La situación se repite en otros espejos de agua claves, como el Traful, el Meliquina, el Huechulafquen y el Aluminé, que alimentan al Limay a través de afluentes secundarios.

El análisis incluyó además la medición del Equivalente en Agua de Nieve (EAN), que estima cuánta agua podrían aportar los deshielos. Los números fueron negativos en los 12 cerros evaluados a lo largo de la cordillera neuquina. Entre los más comprometidos figuran el Casa Quila y el Buta Mallín, con acumulaciones de nieve casi un 50% inferiores a las habituales. Incluso el Chapelco, si bien mostró un déficit menor, tampoco escapó a la tendencia.

Un invierno con pocas lluvias y nevadas

Las precipitaciones, históricamente concentradas entre junio y agosto, estuvieron muy por debajo de lo esperado. La cuenca del Limay recibió apenas un 39% del promedio en junio y un 53% en julio. En el Neuquén, los registros fueron del 46% y 48% respectivamente. El Collón Curá, uno de los principales afluentes, cayó todavía más bajo: en junio solo acumuló el 33% del promedio.

“Estamos atravesando el trimestre en el que más debería llover y nevar, y sin embargo los registros son deficitarios”, explicó Horacio Collado, referente técnico de la AIC, en diálogo con medios regionales. Según sus estimaciones, los embalses sobre el Limay y el Neuquén llegarían a la primavera con niveles muy por debajo de lo normal, situación que podría agravarse en verano.

Emergencia hídrica y consecuencias

El gobierno provincial ya decretó la emergencia por sequía en el sector ganadero, uno de los más golpeados por la escasez de agua. Pero el impacto podría extenderse a otras áreas productivas y, eventualmente, al abastecimiento energético, dado que los embalses juegan un rol clave en la generación hidroeléctrica.

Lo cierto es que el déficit se da en los meses que deberían ser más húmedos. A partir de septiembre, las precipitaciones tienden a disminuir y se concentran en episodios breves e intensos, con escasa capacidad de recuperación para los ríos, lagos y napas.

¿Qué se espera para la primavera y el verano?

Por ahora, los pronósticos no ofrecen señales de un cambio radical. Si bien algunos especialistas señalan que podrían darse lluvias puntuales, el consenso es que la sequía en Neuquén seguirá marcando la agenda ambiental y productiva de los próximos meses.

La pregunta que muchos se hacen es evidente: ¿Cómo impactará este déficit en la vida cotidiana de la población y en el delicado equilibrio entre producción, consumo y energía? Las próximas semanas podrían empezar a dar respuestas.

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