Música

Saraqueta presenta su nuevo single y video “Sencillo»

“Sencillo”: no es el adelanto de un EP, ni la continuación de su último LP “Otra Vuelta en la Montaña Suiza” ni nada por el estilo. “Sencillo” es simplemente, el nuevo single y video de Sarasqueta.

El tema fue grabado casi íntegramente (a excepción de la batería, grabada por Ramiro Pereyra) por Sarasqueta en Gabi Road, el estudio casero que acondicionó en el vestidor de su mujer, rodeado de carteras, zapatos y percheros.
Diego Vimana, músico y productor que ya colaboró con Sarasqueta en la canción “Salsón Of a bitch” coprodujo y mezcló el tema, que fue masterizado por Carlos Abriola (Productor de los dos discos anteriores de Sarasqueta).

El video clip fue dirigido y editado por Julen y su mujer Gabi Tagliabue. Fue realizado casi íntegramente por videos filmados con Smartphones por los propios participantes en ciudades como: San Sebastián, Bilbao, Barcelona, Madrid, Lisboa, Berlín, México D.F. Buenos Aires y San Luis entre las más destacadas.

También pueden verse imágenes digitalizadas de un VHS del año 1996 en el que se puede ver a un joven Julen ensayando con su primera banda y una pequeña puesta realizada en el living de su casa.

Pese a que el artista vasco residente en Buenos Aires trabaja ya en nuevas canciones para su próximo disco, decidió publicar «Sencillo» como single, ya que considera que es un tema que va en una dirección distinta a los que componen su nuevo álbum.

La reacción de los amigos que lo escuchaban, también lo ayudó a tomar esa decisión: “Esta canción habla de mí”, era lo que todos me decían. Así que decidí convocarlos a amigos, desperdigados en diferentes lugares del mundo, marcándoles pequeñas acciones medio ridículas y un tanto tiernas, que representen este impasse de la vida que es tener 40 años y no terminar de entender bien cómo es la cosa”.

¿Qué hace un vasco de 41 años en Buenos Aires?

«Nací y crecí en San Sesbastián hasta que en 1999 me fuí a Barcelona a estudiar cine. Fue mi hogar por 7 años. Solía volver al País Vasco en agosto y en navidad para a ver a mi familia y amigxs.

En 2004 viajé a San Sebastián en una fecha inusual. Tenía la ilusión de adaptar al cine a una obra de teatro de un autor del País Vasco y me había citado con él el 12 de junio para revisar mi guión.

Ya en San Sebastián lo llamé para concretar el horario de la cita y me atendió su asistente. Me pidió perdón porque debido a una confusión me habían citado una semana antes de que el autor volviera de un viaje que estaba realizando. Como estaba en casa de mis padres y en ese momento no tenía un trabajo fijo en Barcelona, decidí esperar unos días más en San Sebastián y agendar un nuevo encuentro.

Así, un miércoles por la tarde, vagando por mi ciudad natal, comencé a sentir una fuerza extraña, un pálpito… pero no lograba descifrar de dónde venía.

Entré al bar Udaberri (primavera, en euskera) a tomar una tónica.

Al rato vi una chica sentada junto a la ventana… Era ELLA, de ahí venía esa fuerte sensación. Traté de juntar fuerzas para hablarle.
La miré y miré varios minutos, pero nada; nunca me devolvió la mirada. Salí del bar cabizbajo, y a los pocos metros vi un cartel que decía “Muestra de arte contemporáneo europeo”.

Volví corriendo al bar y mientras recuperaba el aliento balbuceé como pude una invitación a la muestra. La chica respondió con acento argentino. “Dejame que termine el café y vamos. Pero si no está buena me voy en 5 minutos”, me dijo. La muestra nos pareció un desastre a los dos. Le dije que si quería ver arte contemporáneo del bueno, la invitaba a dar una vuelta por la parte vieja de San Sebastián.
Gabi estaba de viaje por Europa. Los siguientes 3 días le hice un tour guiado exhaustivo por la ciudad. Nos enamoramos. Ella siguió su viaje.

Yo me encontré con Alfonso Sastre, el autor de la obra que quería adaptar y tuvimos una grata reunión. Ella volvió a Buenos Aires y yo a Barcelona. La película nunca llegó a realizarse, pero gracias a ese error de agenda conocí a Gabi.

Las siguientes semanas me escribí a diario con Gabi desde un locutorio cerca de casa en Barcelona, donde estaba solo yo. No pensaba en otra cosa que ir al locutorio a escribirme con ella. Hasta que un día le pedí que dejaramos de hablar tan seguido, porque sentía que me iba a explotar el corazón. La sentía increiblemente cerca, pero al girar la mirada, me sentía solo. Le dije que nos escribiéramos por carta, en papel, más de a poco. Temí que lo tomara mal, pero lo entendió.

Ambos sabíamos que mantener una relación a 14.000 kms de distancia era algo imposible y no pretendíamos uno del otro más que la sensación de saber que teníamos una hermosa y profunda conexión.

Después de un año de correspondencia postal y digital le dije que mis sentimientos por ella no habían hecho más que multiplicarse. A ella le pasaba igual. Empezamos a planear un encuentro. Compré un pasaje a Buenos Aires y el 20 de Febrero de 2006 puse un pie en Buenos Aires por primera vez.

15 años después sigo de visita, pero como compañero de viaje de Gabi y nuestra hija Isabella de 13 años.»

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