¿Pueden las muñecas aliviar la soledad? Lo que dice la ciencia

La soledad se ha convertido en una epidemia silenciosa del siglo XXI. Afecta a jóvenes, adultos mayores, profesionales hiperconectados y personas con ansiedad social. Frente a este escenario, un fenómeno inesperado comienza a ganar espacio en los debates psicológicos y científicos: ¿pueden las muñecas sexuales hiperrealistas cumplir un rol terapéutico?
Aunque históricamente asociadas al deseo o al fetichismo, en la última década las muñecas hiperrealistas comenzaron a ser vistas bajo otra luz. Usuarios de distintas edades —y no exclusivamente hombres— reportan que el vínculo con estos dispositivos como los de sy dolls no se limita a lo físico, sino que genera un sentimiento de compañía, rutina compartida e incluso apego emocional.
Lo emocional en un cuerpo artificial
Varios estudios han demostrado que los humanos tenemos una capacidad sorprendente para proyectar emociones sobre objetos, especialmente cuando tienen forma antropomórfica. Lo mismo que ocurre con mascotas virtuales, asistentes de voz o personajes de videojuegos, sucede —de forma amplificada— con las muñecas hiperrealistas: el cerebro rellena el vacío emocional, incluso cuando sabe que del otro lado no hay una conciencia real.
En personas con dificultades para entablar vínculos, este fenómeno puede funcionar como una transición: un espacio donde el afecto se puede ensayar sin miedo al rechazo, al juicio o al abandono.
¿Alivio o aislamiento?
Pero no todos los expertos están de acuerdo en que este tipo de vínculo sea beneficioso a largo plazo. Algunos psicólogos advierten que, si bien puede brindar un alivio inmediato, también existe el riesgo de reforzar el aislamiento, acostumbrando al individuo a relaciones unidireccionales, sin desafío emocional ni construcción conjunta.
Sin embargo, en contextos clínicos específicos —como pacientes con traumas severos, personas mayores con movilidad reducida o individuos neurodivergentes— se han comenzado a explorar estas alternativas dentro de marcos terapéuticos controlados.
Una herramienta, no una solución
La clave, según los especialistas más moderados, es entender que una muñeca como las de Starpery Doll no reemplaza un vínculo humano, pero sí puede ofrecer un espacio simbólico de contención. Es una herramienta más —al igual que lo son algunas tecnologías de realidad virtual o IA conversacional— para abordar una problemática que el sistema de salud mental muchas veces no logra contener.
En definitiva, la pregunta quizás no sea si las muñecas hiperrealistas “curan” la soledad, sino si pueden acompañarla sin profundizarla.