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Implosión

La polémica en el oficialismo por la central nuclear y la derrota en las PASO, sólo adelantó los tiempos de una interna prevista para los próximos meses. La grieta Weretilneck – Pesatti. El desgranamiento. Los riesgos de los “partidos del poder”.

Todas las heridas pendientes de suturación, todas las diferencias de criterios y proyectos, todos los personalismos, que el Gobernador Alberto Weretilneck sabía que aparecerían en el camino hacia 2019, se adelantaron gracias al debate por la instalación del planta nuclear y el cachetazo electoral de las PASO.

Juntos Somos Río Negro (JSRN) es un partido del poder. Es un partido construido desde la utilización del poderío del Estado; nutrido por dirigentes de partidos tradicionales o vecinales que se arrimaron convocados por el calorcito del poder; vacío de contenido ideológico, con excepción de una inclasificable propuesta de “gobernar para que a los rionegrinos les vaya mejor”. Y como todo partido del poder, cuando pierde poder sufre el desgranamiento. E implosiona.

Cuando le cayó en las manos el manejo de los resortes y la chequera del Estado, Weretilneck ya había pasado por varios partidos y alianzas, había detonado el Frente Grande junto a su ex socio Julio Arriaga, y había archivado sus históricos elogios al radicalismo rionegrino para convertirse en candidato a vicegobernador del justicialista Carlos Soria.

Pocas horas después de la muerte del Gobernador Soria, prometió que el Gobierno “seguiría siendo el del peronismo”; amagó con una afiliación al PJ; y comenzó a urdir la construcción de una fuerza provincial, erigida a imagen y semejanza de su ambición.

Juntos Somos Río Negro es la consecuencia de ese proyecto, al que se sumaron gustosos dirigentes de las fuerzas tradicionales y partidos locales que supieron leer hacia dónde se corría el eje de poder.

El ciclo virtuoso de esa construcción duró cinco años. Las dificultades financieras de la Provincia que Weretilneck no puede adjudicar a una “pesada herencia” ni a un “marco nacional”; el acuerdo para la construcción de una central nuclear; y la derrota de las PASO -en la primera experiencia de Juntos en la escena legislativa nacional-, apuraron los tiempos de la grieta y crisis interna.

El distanciamiento más notable, por su potencial consecuencia institucional, es el que protagonizan el Gobernador Weretilneck y el vice, Pedro Pesatti.

foto gentileza Juntos Somos Río Negro

Más allá de su mirada sobre el desarrollo de la energía nuclear como garantía de independencia energética, Pesatti supo leer desde el minuto uno que el proyecto firmado en China por Weretilneck con Macri, iba a ser perjudicial para la relación entre JSRN y la sociedad. Sobre todo, la sociedad viedmense, cuna política y lugar de poder territorial de Pesatti.

Su prédica -que tenía más de estrategia electoral que de principios- no fue escuchada puertas adentro. Es más, con el resultado puesto, el Gobernador mandó a sus espadas más filosas a esmerilar al Presidente de la Legislatura. Las vacaciones de Pesatti en plena campaña, y la indisimulada simpatía que el vicegobernador profesa por el proceso nacional encabezado por Néstor Kirchner, se reiteraron como eslóganes negativos desde el entorno del mandatario.

Weretilneck sobreactuó su relación con Macri, fue a fondo en la intención de instalar la planta nuclear, se aisló. Con la respuesta ciudadana en las calles y con los votos en las urnas, sobreactúa ahora un rechazo a la actividad nuclear. Su único objetivo es remontar el puñado de votos que le faltan para que en las generales de octubre el Frente para la Victoria (FpV) no lo doble en votos, y así pueda colar a Fabián Gatti como Diputado Nacional.

No será sencillo. Su enemigo real en esa carrera no es el FpV, sino Cambiemos. La representación rionegrina del oficialismo nacional, logró el segundo lugar en las PASO y ahora amenaza con beneficiarse del desgranamiento de Juntos. Convoca intendentes, concejales y hasta legisladores. Les habla de las legislativas, pero los tienta con las elecciones de 2019. Les promete diálogo directo con la Casa Rosada, y les habla de Juntos Somos Río Negro como el pasado. Esta semana, esa prédica podría mostrar los primeros resultados.

Para Weretilneck, 2019 se presenta cada vez más como un complejo proyecto: dos años con Macri distanciado, con dificultades financieras y de gestión, con su base electoral enclenque, con internas disparadas.

“Sin 2017 no hay 2019 para mí, pero tampoco para ninguno de ustedes”, dijo, palabras más palabras menos, a los dirigentes de Juntos más cercanos. El sueño del partido provincial erigido a su alrededor, el sueño del MPN propio, se tambalea. (En Estos Días)

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