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Carnaval, la revancha de los pueblos que les ganan con alegría a los desastres del clima

En Lincoln, la inundación recién bajó en enero. En La Adela (La Pampa), el fuego se apagó hace poco. Y en Volcán (Jujuy) «enterrarán al diablo» para olvidar el alud que hace 40 días arrasó con todo.

Hubo un fuego indomable que quemó un millón de hectáreas del territorio de La Pampa, de Rio Negro y de la provincia de Buenos Aires. Hubo un barro imparable que bajó de la montaña y tapó dos pueblos de la Quebrada de Humahuaca. Hubo agua tapando la región noroeste de Buenos Aires, el sur de Santa Fe y Córdoba, con 1,5 millón de hectáreas bajo el agua. Gente que tuvo que dejar sus casas, barrios enteros que cambiaron para siempre. Pero hay Carnaval. En Lincoln, a pocos kilómetros de donde el agua sigue siendo una amenaza por las lluvias. Hay Carnaval en La Adela, un pueblo que estuvo rodeado y casi desaparece por las llamas. Hay Carnaval en Jujuy para espantar los miedos y exorcizar al diablo. Hay Carnaval en toda la Argentina, un baldazo de alegría para contrarrestar la ola de calor. Más de 2 millones de argentinos se movilizarán para aprovechar los 4 días de descanso.

En Lincoln, 350 al noroeste de Buenos Aires, más de 100 mil personas se vienen encontrando en la plaza principal durante los fines de semana de febrero. Ya actuaron los Auténticos Decadentes, Los Tekis y Abel Pintos. Pero si este carnaval es uno de los más brillantes de la provincia de Buenos Aires es por el encanto de sus desfiles y por la tradición que mantienen los carroceros.

“Fue un año difícil, yo trabajo en el campo con las colmenas y se vivieron situaciones bravas. Pero por suerte pudimos salir adelante”, dice Nano Manzano (49). Cuando abre el galpón en el que guarda cuatro de las carrozas que participan del carnaval de Lincoln parece magia. “Esto es una pasión que tenemos desde chicos. Yo empecé a los 11 años con esto y le dedico buena parte de mi tiempo y de mi vida”. Los muñecos y las carrozas las elabora con papel y telgopor, y usa pinturas y temperas especiales. En total, el armado de las carrozas le puede costar hasta 20 mil pesos.

Guillermo de Prati (38) es otro de los carroceros que mantienen viva la tradición. Y plantea con cierta angustia que es una actividad que se está perdiendo: “Nosotros crecimos con esto, copiábamos los dibujos a la revista Humor y nos pasábamos todo el año esperando la fiesta. Me parece que los chicos no se enganchan con esto. Pero para mí el Carnaval es un estilo de vida. Yo laburo todo el día en una planta y me tomé 15 días de las vacaciones para hacer estas carrozas, desde las 7 de la mañana hasta las 11 de la noche”, dice Guillermo.

El calor en Lincoln es agobiante, como si el clima no quisiera dar tregua. Pero igual, de sol a sol, el carnaval mantiene vivo al pueblo y se convierte en el acontecimiento del año. Durante todo febrero, frente a la municipalidad, el escenario principal es el punto de encuentro de miles de vecinos y de los que vienen de localidades cercanas.

En enero de este año, un alud de barro y piedras arrasó con el pueblo de Volcán, a 40 kilómetros de la capital de Jujuy. Era uno de los puntos fuertes del carnaval en la Puna, un lugar en donde esta fiesta adquiere una simbología especial. Este verano, la capacidad hotelera de las principales localidades de la zona está a tope: es difícil conseguir una cama vacía en Tilcara, Purmamarca y Humahuaca. Pero este año en el carnaval se mezcla la tristeza por todo lo que se perdió y la esperanza por salir adelante. “Este año va a haber entierro y desentierro del diablo en Volcán. Antes había corsos, tocaron Los Tekis y se hacía una fiesta grande, pero la situación es muy difícil, no hay agua ni luz. Una señora de la comparsa de los Choroqueros va a hacer un baile. Dice que tuvo algo que ver con todo lo que pasó acá y si no se hace el desentierro se va a poner peor”, dice Maru Ruiz, una vecina de Volcán.

En La Adela, La Pampa, las fiestas de fin de año se vivieron en una situación crítica. El fuego empezó en un campo y se propagó a toda la región. Las imágenes de las llamas rodeando al pueblo conmocionaron a todos. “Durante todo este tiempo, el único tema eran los incendios. Los productores lloraban cuando contaban lo que pasó. Y esto fue una alegría, los chicos lo disfrutaron mucho”, dice Noelia Albornoz, a cargo del área de Turismo de La Adela. “Los campos quedaron devastados. Pero cuando se apagó el fuego, a los pocos días llovió. Primero cinco milímetros, después diez, la otra semana cuarenta. Y eso volvió el verde en algunos campos, no es lo mismo que ver todo negro”. Por eso en el camping municipal, el carnaval se festejó con alegría. Hubo maquillajes artísticos, juegos sobre una pista de nylon y espuma. Mucha espuma. También los bomberos participaron del festejo. Hace unas semanas pelearon mano a mano con el fuego. “Esta vez nos ayudaron en el carnaval”, dice Noelia. Del otro lado del puente, Río Colorado prepara su festejo. El carnaval lo organiza la murga “Los Piratas de la Villa. Elegirán a su reina y habrá una guerra de agua en la plaza. Quedaron más de un millón de hectáreas consumidas. Pero hay revancha. El carnaval más triste de la historia de la región será también un punto de partida. (Clarín)

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