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El mayor estudio argentino sobre cannabidiol revela avances clave en epilepsias resistentes

Un seguimiento clínico realizado durante casi tres años en más de 550 chicos de distintas provincias del país mostró que el cannabidiol altamente purificado logra reducir de manera significativa las convulsiones en epilepsias severas y mejora la calidad de vida. Los especialistas señalan que su uso temprano podría prevenir daños neurológicos y abrir puertas terapéuticas para otras patologías.

En Argentina, donde miles de familias conviven a diario con epilepsias difíciles de tratar, un nuevo estudio acaba de ofrecer un poco de alivio —y, en varios casos, esperanza concreta—. Se trata de la investigación más amplia realizada en el país sobre el uso de cannabidiol (CBD) altamente purificado en epilepsias resistentes, un trabajo que siguió de cerca a 551 pacientes pediátricos entre marzo de 2021 y diciembre de 2024 en diez centros de salud distribuidos en Salta, Tucumán, Mendoza, Neuquén, Santa Fe, Entre Ríos, Chubut y la Ciudad de Buenos Aires.

Los chicos tenían entre seis meses y 16 años y atravesaban formas severas de epilepsia que no respondían ni a medicamentos tradicionales ni a alternativas no farmacológicas. Y aunque cada caso es un mundo, la mitad de los pacientes logró un cambio que, para sus familias, puede ser la diferencia entre el caos y cierta estabilidad: una reducción mayor al 50% en la frecuencia de las convulsiones.

El estudio mostró algo más que una caída en las crisis. El 14,2% de los pacientes quedó libre de convulsiones, una cifra alta si se tiene en cuenta que se trata del grupo más complejo de abordar. Según explica el doctor Roberto Horacio Caraballo, referente del Hospital Garrahan y del CONICET, la motivación inicial del equipo fue clara: contar con una terapia seria, regulada por ANMAT y capaz de mejorar la vida de chicos que cargan con diagnósticos muy severos.

Los efectos adversos fueron, en su mayoría, leves y pasajeros. Cuando aparecían, solían resolverse ajustando la dosis. Y eso también habla de algo importante: el CBD purificado demostró ser seguro y bien tolerado, incluso en tratamientos prolongados.

Más allá de los números fríos, los especialistas resaltan transformaciones que se ven en casa, en la escuela y en la dinámica familiar. El 63,9% de los pacientes mostró una mejora clínica global, según la escala CGI-I, y eso se reflejó en detalles que a veces valen más que cualquier estadística: mayor contacto visual, más interacción, cambios positivos en el sueño y avances en el lenguaje o en la expresión corporal.

Además, siete de cada diez pacientes que respondieron al tratamiento pudieron reducir o suspender otras medicaciones, lo que no solo simplifica el día a día, sino que evita combinaciones que suelen traer más efectos adversos que beneficios.

Caraballo lo resume así: “Reducir otras medicaciones ayuda a evitar que la politerapia empeore el cuadro. Cuando el esquema es más simple, muchas veces mejora el control de las crisis”.

 

Uno de los hallazgos más interesantes del estudio es la posibilidad de ampliar el uso del CBD purificado más allá de las epilepsias para las que ya está aprobado. En muchos chicos, los especialistas registraron mejoras notables en síntomas como irritabilidad, conductas disruptivas o rasgos asociados al TDAH.

La relación entre epilepsia y autismo es frecuente y compleja, y en ese punto los investigadores abren una ventana prometedora: “La evidencia que se acumula sugiere que el CBD podría ser útil también en casos de autismo con alteraciones conductuales severas”, explica Caraballo. De hecho, ya publicaron resultados preliminares en un grupo de niños con autismo severo, con respuestas alentadoras.

 

El estudio también permitió observar que, en algunos casos, se necesitan dosis más altas —seguras incluso por encima de los 50 mg/kg/día— para alcanzar un control más eficaz de las crisis y mejorar la actividad en el EEG.

Otro dato relevante es la administración temprana: en chicos de apenas seis meses, iniciar el CBD desde etapas iniciales podría reducir el impacto de las crisis en el desarrollo neurológico, algo crucial en síndromes que empiezan en los primeros meses de vida y pueden dejar secuelas irreversibles.

Además, se comprobó que dar el cannabidiol junto con alimentos o en pacientes bajo dieta cetogénica aumenta las concentraciones plasmáticas, lo que mejora la eficacia y permite ajustar dosis a la baja.

 

Si bien los especialistas destacan que todavía hay mucho por estudiar, el trabajo deja claro que el CBD purificado puede ocupar un lugar central en el tratamiento de diversas epilepsias severas. Esto podría llevar, más adelante, a ampliar las indicaciones oficiales, permitiendo que más pacientes accedan a terapias basadas en evidencia y con respaldo regulatorio.

El estudio también abre la puerta a un enfoque de medicina de precisión, analizando cómo responde cada síndrome epiléptico según su causa genética o su expresión clínica.

 

Lo cierto es que, en un país donde la epilepsia infantil severa atraviesa la vida de miles de familias, contar con datos sólidos y de largo plazo es un alivio. Después de casi tres años de seguimiento, los resultados no solo confirman lo que muchos médicos observaban a diario, sino que dan fundamento científico a un horizonte más amplio: el cannabidiol purificado puede ser una herramienta clave, segura y eficaz, con potencial para transformar la vida de quienes conviven con epilepsias complejas desde la primera infancia.

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