El truco casero que alarga la vida del lavarropas: por qué cada vez más personas usan sal gruesa para limpiar y cuidar su ropa
Cada vez más hogares adoptan un método simple y económico para mantener su lavarropas limpio y en buen estado: agregar sal gruesa en los ciclos de lavado. Este ingrediente común, presente en cualquier cocina, no solo ayuda a eliminar residuos y malos olores, sino que también protege las prendas y prolonga la vida útil del electrodoméstico.

A primera vista, puede parecer extraño pensar en la sal como herramienta de limpieza. Sin embargo, su composición química —cloruro de sodio— la convierte en un poderoso desinfectante natural y absorbente de humedad. Estas propiedades ayudan a evitar la formación de moho, bacterias y restos de jabón que suelen acumularse con el uso diario del lavarropas.
Según técnicos y especialistas en mantenimiento de electrodomésticos, este truco no altera el funcionamiento interno del aparato. Por el contrario, contribuye a conservar el tambor en mejores condiciones gracias a su capacidad higroscópica, es decir, de absorber humedad y neutralizar bacterias.
En tiempos en que muchos buscan alternativas ecológicas y económicas, la sal se impone como una solución sencilla y accesible. Solo se necesita un puñado de sal gruesa o de mesa —sin aditivos ni yodo— para obtener resultados visibles desde el primer lavado.
Beneficios comprobados de usar sal en el lavarropas
Adoptar esta práctica hogareña puede marcar una gran diferencia en el mantenimiento cotidiano del electrodoméstico. Entre sus ventajas más destacadas:
Tambor más limpio: la sal ayuda a disolver residuos de detergente, suavizantes y suciedad que suelen quedar adheridos, evitando obstrucciones y desgaste.
Adiós a los malos olores: al absorber la humedad, previene la aparición de moho y elimina el olor a encierro tanto en el aparato como en la ropa.
Limpieza económica y ecológica: no requiere productos industriales, lo que la convierte en una opción sustentable para quienes cuidan el bolsillo y el medioambiente.
Mayor durabilidad del lavarropas: al reducir el deterioro interno, disminuye el riesgo de fallas mecánicas o corrosión en el tambor.
Colores más vivos: la sal actúa como fijador natural, impidiendo que los pigmentos se desprendan durante el lavado y ayudando a conservar los tonos originales de las prendas.
Cómo aplicar el truco paso a paso
Poner en práctica esta técnica es muy simple. Solo hay que seguir algunas indicaciones básicas para garantizar un lavado efectivo:
- Elegí la sal adecuada: preferentemente sal gruesa o sal de mesa sin aditivos.
- Prepará el lavarropas: asegurate de que esté vacío y seleccioná un ciclo de agua caliente (mínimo 60 °C).
- Agregá la sal: colocá aproximadamente media taza directamente en el tambor o en el compartimento del detergente.
- Iniciá el ciclo completo: dejá que la máquina realice el lavado completo sin interrupciones.
- Enjuagá al finalizar: corré un ciclo corto con agua fría para eliminar cualquier resto de sal.
Para mantener el lavarropas impecable, se recomienda repetir el proceso una vez al mes. Algunos usuarios alternan este método con vinagre blanco, otro aliado natural para desinfectar y limpiar los filtros.
Precauciones que conviene tener en cuenta
Aunque es un método seguro, conviene no excederse en la cantidad de sal: una taza por ciclo es más que suficiente. También es importante revisar el manual del fabricante, especialmente si se trata de un modelo de alta eficiencia (HE) o de carga frontal, ya que algunos equipos tienen especificaciones propias.
En general, la sal no daña el interior del lavarropas, pero su uso responsable garantiza que el resultado sea óptimo y prolongado.
Un truco de siempre que vuelve con fuerza
Como suele ocurrir con los métodos tradicionales, este consejo doméstico recupera popularidad gracias a su efectividad y bajo costo. En redes sociales, miles de usuarios comparten sus experiencias, asegurando que la sal no solo mejora el rendimiento del lavarropas, sino que deja la ropa más suave, con colores más firmes y sin olor a humedad.
Quizás no sea una solución mágica, pero sí una muestra de cómo los recursos más simples —como un puñado de sal— pueden marcar una gran diferencia en el cuidado de nuestros electrodomésticos y en la forma en que lavamos la ropa.