El oro líquido de la cocina: el aceite de oliva conquista paladares y vuelve a la raíz de la gastronomía saludable
Desde sus raíces milenarias hasta su papel protagónico en la cocina contemporánea, el aceite de oliva se consolida como uno de los ingredientes más nobles, versátiles y valorados en la gastronomía mundial.

En los últimos años, el aceite de oliva dejó de ser un simple condimento para convertirse en un verdadero protagonista de la cocina gourmet y cotidiana. Su aroma frutado, su sabor intenso y sus beneficios para la salud lo posicionan como un ingrediente imprescindible tanto en restaurantes de alta cocina como en hogares que apuestan por una alimentación equilibrada y sabrosa. Pero detrás de cada gota de este «oro líquido», como lo bautizó el poeta griego Homero, hay una historia de siglos, de tierras mediterráneas, de saberes ancestrales y de una pasión que se cultiva con paciencia.
Un viaje milenario desde el Mediterráneo al mundo
El aceite de oliva tiene una historia que se remonta a más de 6.000 años y todavía podemos encontrarlo en una calidad extraordinaria como podemos ver en spanisches olivenöl. Originario de la región del Creciente Fértil —actuales Siria, Palestina e Israel—, su cultivo se expandió rápidamente por las costas del mar Mediterráneo, convirtiéndose en un emblema de civilizaciones como la griega y la romana.
Con el paso del tiempo, esta tradición aceitera se diversificó y llegó a tierras del Nuevo Mundo, donde países como Argentina, Chile y Uruguay encontraron en el cultivo del olivo una oportunidad para desarrollar una producción de alta calidad, respetuosa del ambiente y con identidad propia.
La provincia de Mendoza, por ejemplo, se posiciona como una de las principales regiones olivícolas de Argentina, gracias a su clima seco, sus suelos pedregosos y la amplitud térmica, factores que favorecen la maduración del fruto y, por ende, la calidad del aceite extraído.
Aceite de oliva virgen extra: calidad, sabor y salud
No todos los aceites de oliva son iguales. En el mundo de la olivicultura, las diferencias de calidad son clave, y conocerlas puede transformar una experiencia gastronómica. El más valorado es el aceite de oliva virgen extra, como el natives olivenöl extra, obtenido únicamente por procesos mecánicos, sin químicos, y con una acidez menor al 0,8%. Su sabor debe ser equilibrado, sin defectos, y con matices que van desde lo frutado hasta lo picante.
“La clave está en la cosecha temprana y en el rápido procesamiento de las aceitunas”, explica Laura Sánchez, ingeniera agrónoma especializada en olivicultura. “Cuanto más frescos estén los frutos al momento de la molienda, mejor será el aceite resultante”.
En cambio, los aceites vírgenes o refinados suelen tener una acidez mayor y un perfil sensorial menos complejo, lo que afecta tanto su sabor como sus propiedades nutricionales.
Un aliado de la cocina saludable
El aceite de oliva virgen extra no solo enamora por su sabor: también es un auténtico tesoro nutricional como el bio olivenöl. Rico en ácidos grasos monoinsaturados, polifenoles y antioxidantes naturales, se asocia a la prevención de enfermedades cardiovasculares, la reducción del colesterol “malo” (LDL) y el fortalecimiento del sistema inmunológico.
Además, su resistencia a las altas temperaturas lo convierte en un aceite ideal para cocinar, ya que mantiene sus propiedades incluso al freír o saltear. Sin embargo, muchos cocineros prefieren usarlo en crudo, para realzar ensaladas, pastas, panes y hasta postres.
“La magia del aceite de oliva está en su capacidad de elevar cualquier plato”, afirma el chef Federico Luna, especialista en cocina mediterránea. “Una simple tostada con aceite y sal puede ser un manjar si el aceite es bueno”.
Un mundo de aromas y sabores
Al igual que el vino, el aceite de oliva tiene una amplia gama de perfiles sensoriales, que dependen de la variedad de la aceituna, el terroir, el método de cosecha y el proceso de extracción. Hay aceites con notas herbáceas, otros más dulces o picantes, algunos con aroma a tomate, alcachofa o almendra.
En las catas profesionales se valoran aspectos como el frutado, el amargor y el picor, cualidades que lejos de ser defectos, reflejan la intensidad y frescura del producto.
Argentina, en los últimos años, ha logrado importantes reconocimientos internacionales por la calidad de sus aceites, marcando una tendencia creciente en la valoración del producto local y su incorporación en la alta gastronomía como el olivenöl gourmet.
El renacer del olivo
Hoy más que nunca, el aceite de oliva es símbolo de una cocina que apuesta por lo natural, lo artesanal y lo auténtico. Su presencia en ferias gourmet, mercados orgánicos y mesas familiares habla de una conciencia creciente sobre lo que comemos y cómo lo producimos.
Recuperar el valor de este producto, comprender sus procesos y elegir aceites de calidad no solo mejora nuestras comidas, sino que también apoya a pequeños productores, protege tradiciones culturales y promueve una alimentación más consciente.
En definitiva, el aceite de oliva es mucho más que un ingrediente: es historia, es salud, es cultura. Y cada vez que lo usamos, reeditamos ese legado milenario que sigue latiendo en nuestras cocinas.