Ambiente

Solo quedan 7 mil cóndores en todo el mundo

Los envenenamientos de cóndores reducen exponencialmente la población de cóndores en el mundo, actualmente solo quedan 7.000 ejemplares.

Un conjunto de investigadores de países con distribución de cóndor se han unido para alarmar sobre la conservación de esta especie emblemática que habita a lo largo de la Cordillera de los Andes. Símbolo máximo de la fauna americana y ave nacional de Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador, el Cóndor Andino (Vultur gryphus), cuya población mundial se estima en unos 6.700 ejemplares, se encuentra en declinación, y en gran medida se debe a reiterados casos de envenenamientos masivos.

Eventos ocurridos en la región andina han obligado a incluir al Cóndor dentro de la lista de especies vulnerables a nivel mundial. En 2018, en Mendoza, se hallaron 34 cóndores muertos por haberse alimentado de un cadáver que había sido envenenado deliberadamente a fin de eliminar mamíferos depredadores del ganado. Recientemente, en el sur de Bolivia, se hallaron otros 34 cóndores en condiciones similares. La pérdida de estos ejemplares resulta un impacto drástico para su conservación.

A partir de estos hechos, un grupo de investigadores, entre los que se encuentra Rayen Estrada Pacheco, becaria doctoral de CONICET que se desempeña en el Centro de Investigación Científica y de Transferencia Tecnológica a la Producción, ha publicado una nota en la revista internacional Science. El artículo científico da cuenta del sombrío panorama actual que amenaza a los cóndores -principalmente debido a los envenenamientos-, pero también por otras causas como intoxicación por plomo, captura ilegal y disparos de armas de fuego.

A la complejidad de la situación que enfrentan los cóndores andinos se suma el hecho de que sus hábitos alimenticios le llevan a compartir las carroñas con otras aves y con mamíferos que usan este recurso, de manera que los cebos tóxicos se constituyen una amenaza para una gran diversidad de especies, causando daños a las poblaciones de cóndores.

En nuestro país, con miles de kilómetros de cordillera, 114 cóndores ya van muertos por esta causa. Estrada Pachecho, junto con la Fundación Bioandina Argentina y la dirección de los investigadores Carlos Piña y Carlos Borghi, se encuentra investigando acerca esta problemática. “Hicimos encuestas en distintas localidades ganaderas de 7 provincias donde se distribuye el cóndor -para estudiar los conflictos entre la ganadería y la fauna silvestre-, ya que es a partir de estos conflictos que se emplean los cebos tóxicos –cuenta-. También realizamos estudios de monitoreo de carroñas con cámaras trampa en Patagonia, a fin de estudiar la riqueza y abundancia de las especies que visitan este recurso para alimentarse de él. Y a partir de lo que fuimos aprendiendo sobre esta problemática, estamos elaborando un mapa de riesgo de envenenamiento por cebos tóxicos que nos permitirá orientar futuras estrategias de conservación en Argentina”.

La dura realidad de los eventos masivos de envenenamiento, ha impulsado la implementación en Argentina de una Estrategia Nacional contra el Uso de los Cebos Tóxicos, esfuerzo fruto de la colaboración entre el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación y la Fundación Bioandina Argentina. Esta iniciativa, que cuenta con la adhesión de las autoridades de ambiente de las 14 provincias donde la especie tiene su distribución geográfica, ha sido declarada de interés por el Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA), quien tiene a su cargo la coordinación de 6 líneas de acción: la entrega de kits de intervención ante casos de envenenamientos de fauna silvestre, cursos de capacitación y talleres de construcción participativa, estudios de toxicología, encuestas a pobladores rurales, muestras educativas y una mesa académico-científica conformada por especialistas en toxicología (en la que se encuentran muchos investigadores del CONICET).

La Estrategia Nacional contra el Uso de los Cebos Tóxicos, a través de sus capacitaciones y la elaboración de protocolos, es una herramienta fundamental para mejorar la detección y el tratamiento de los casos de envenenamiento y también para minimizar el riesgo para el personal que interviene en estos procesos. De hecho, ante el evento de envenenamiento de Bolivia, los protocolos elaborados en nuestro país fueron puestos a disposición a las autoridades ambientales y a investigadores del vecino país, para que sus técnicos procedan de forma segura en la toma de las muestras de los ejemplares muertos.

“Ante una amenaza tan compleja y que involucra tantos sectores, la colaboración internacional y multidisciplinaria articula sus esfuerzos de conservación que logren revertir la situación actual que atraviesa el Cóndor andino en toda su distribución”, señala la científica.

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