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Murió un nene desnutrido en el norte de Salta

Fue internado con una infección provocada por diarrea. Es de una familia wichi que vive en condiciones de extrema pobreza.

Un nene de un año y ocho meses de edad falleció el jueves último estando internado en el Hospital Materno Infantil de la ciudad de Salta, adonde había sido trasladado con un cuadro de infección provocado por una diarrea. Estaba malnutrido. Su familia es oriunda de la Comunidad del pueblo wichi Misión El Chañar, ubicada en el pueblo de Coronel Juan Solá (más conocido como Morillo), pero es nómade porque los mayores se emplean como peones golondrina en fincas del Chaco salteño.

El periódico El Expreso, que dio la primera novedad de la muerte, citó como fuente el parte firmado por la médica Gloria Méndez, en el que se sostiene que el deceso devino de un cuadro de «shock séptico, desnutrición y neumonía multifocal».

El niño fue recibido por la gerencia del área operativa de Salud Pública de Morillo, a cargo de Adrián Cardozo. Fue llevado por un primo de la madre, y estaba ya en mal estado de salud. Fue internado el 3 de noviembre, ingresó por la guardia del hospital de Morillo y ese mismo día fue derivado a la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán porque padecía una «diarrea aguda con deshidratación severa».

En Orán su estado de salud no mejoró y fue trasladado al Materno Infantil de la ciudad de Salta el 10 de noviembre con diagnostico de «shock séptico a partir de foco entérico». No pudo recuperarse y falleció el 22 de noviembre.

El nene había nacido prematuro de 32 semanas, con un peso de 1.900 gramos, considerado adecuado para la edad gestacional.

Desde el Ministerio de Salud de Salta se informó que era controlado integralmente de manera periódica por el nivel de atención primario de salud (APS). Indicó que se hacía un «seguimiento estricto» y tenía el calendario de vacunas «al día y completo».




Sin embargo, el nenito arrastraba una condición de «mal nutrición primaria», se indicó desde el Ministerio de Salud, por eso «siempre se coordinaron acciones» con el Centro de Primera Infancia (CPI) de la zona y la fundación CONIN para el control y acompañamiento nutricional. La cartera de salud insistió en que esta mala alimentación se debía «principalmente» a «falta de cuidados».

Durante su primer año el nene fue internado varias veces por infecciones respiratorias agudas y otras dolencias. De hecho, su primera internación fue por su nacimiento prematuro, cuando estuvo 23 días internado junto a sus padres.

«Nutricionalmente tuvo una historia de riesgo por bajo peso desde nacimiento» hasta que al cumplir el año y 6 meses su condición nutricional fue clasificada como adecuada.

El anteúltimo control en el nivel de atención primaria fue el 12 de septiembre, se registró que el niño estaba sano y había alcanzado 9.8 kilos, su «mejor peso».

Otro control se hizo el 27 de septiembre y lo realizó el agente sanitario de la localidad de Alto La Sierra. Por entonces su familia estaba en una finca del paraje Los Baldes, a 75 kilómetros de Morillo.

Desde el Ministerio de Salud se indicó que la familia del nenito tenía sus hijos judicializados «por muy deficiente atención de los padres, reticentes a la atención sanitaria» y que en el Hospital de Morillo están registrados episodios reiterados de «fugas estando los niños internados». Esta práctica suele darse con habitualidad en padres y madres del pueblo wichi que no comprenden los procedimientos de tratamiento sanitario de la cultura occidental, por eso uno de los reclamos insistentes de las comunidades es la presencia de acompañantes interculturales en el sistema de salud.

Se informó que el Estado también gestionó que se le construyera una casa para la familia en Morillo, el propio hospital aportó materiales y mobiliario para ello. La familia era originaria de Misión El Chañar, pero luego se asentó en la Comunidad Misión La Cortada, en la misma localidad, y más tarde se fue a Los Baldes, por trabajo.

«También se trabajó con personal del INTA local para realización de una huerta en su hogar, se les dio el material, semillas, herramientas, capacitación, acompañamiento», indicó el Ministerio. Las comunidades originarias asentadas en Morillo viven en una situación de pobreza extrema aunada a conflictos cada vez más graves derivados del consumo de sustancias tóxicas, sobre todo la inhalación de combustibles por parte de los más jóvenes.

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