Screening personalizado: un factor clave para disminuir los efectos del cáncer de mama
El screening o tamizaje personalizado consiste en determinar el riesgo de cada persona de tener un cáncer de mama, para decidir a qué edad comenzar con los estudios y cuáles son los adecuados para cada individuo.
Actualmente, se utiliza mayormente para identificar las pacientes con alto riesgo de tener cáncer de mama. “Hoy también contamos con estudios de investigación para determinar si dentro del grupo de pacientes con bajo riesgo de cáncer de mama es posible que la mamografía pueda comenzar a realizarse a mayor edad o con intervalos mayores entre un estudio y otro”, explica el Dr. Daniel Lehrer (MN 64.586), especialista en diagnóstico por imágenes, director médico de CERIM y miembro de la Sociedad Argentina de Mastología.
Edades indicadas
Si bien puede haber leves diferencias entre las pacientes de alto riesgo de tener cáncer de mama, como regla general se considera comenzar a los 30 años con mamografía (idealmente, tomosíntesis con mamografía sintetizada) y resonancia magnética con contraste, ambas en forma anual.
Existen diferentes factores que determinan el grado de riesgo: al de alto riesgo corresponden las mujeres con mutación genética conocida y sus familiares de primer grado aún no testeados genéticamente, mujeres que han realizado radioterapia en el tórax entre los 10 y 30 años y quienes padecen algunos síndromes raros en nuestro medio. Este grupo representa aproximadamente el 3 % de la población.
Para el resto de la población, el riesgo de tener cáncer de mama se determina con programas que luego de incorporar datos nos brindan, en porcentaje, las posibilidades de tener un cáncer de mama a lo largo de toda la vida, hasta los 80 años.
¿Qué tener en cuenta?
Entre los datos más importantes se cuentan “la edad, antecedentes familiares de cáncer de mama -sobre todo si son de familiares de primer grado: madre, hija o hermana-, haber tenido una biopsia con resultado de atipía y la densidad mamaria mamográfica”, explica el Dr. Lehrer. “Quienes tengan riesgo de 20% o más también corresponden al grupo de alto riesgo y representan aproximadamente el 5% de la población de mujeres en condiciones de realizarse estudios. Quienes tengan entre 15 y 20% de riesgo a lo largo de su vida corresponden al grupo de riesgo intermedio. Incluye a quienes ya hayan tenido cáncer de mama o biopsias con resultado de atipía sin otros factores de riesgo”, agrega el profesional. De acuerdo con el Colegio Norteamericano de Radiología estas mujeres deben realizar también mamografía y resonancia magnética con contraste anualmente a partir del momento del diagnóstico, especialmente si tienen mamas densas o su diagnóstico fue antes de los 50 años.Quienes tienen riesgo menor al 15% a lo largo de su vida corresponden al grupo de bajo riesgo.
¿Qué tipo de mamas requieren otros estudios?
“Las mujeres que en la mamografía tienen alta densidad mamográfica (se ven más blancas que grises), también corresponden al grupo de riesgo intermedio, presentan mayor dificultad para encontrar carcinomas (también blancos en la mamografía) que pueden quedar ocultos. La alta densidad mamaria también representa mayor riesgo de desarrollar un cáncer, entre 4 y 6 veces más. Por ello es recomendable que quienes tengan mamas con categorías heterogéneamente densas o extremadamente densas en el informe mamográfico completen su estudio con ecografía mamaria o resonancia con contraste, si tienen otros factores de riesgo asociados”, determina el especialista.
“El médico mastólogo es quien sabe cuáles son sus factores de riesgo y le indicará certeramente que estudios de screening realizar. En algunos centros de estudios mamarios ofrecemos la posibilidad de realizar gratuitamente determinaciones de riesgo a mujeres con antecedentes familiares u otros factores de riesgo”, detalla.
Y agrega que “la detección precoz es uno de los marcadores de buen pronóstico conocido desde hace mucho tiempo, que no ha modificado su importancia a pesar de la aparición de numerosos factores pronósticos más modernos. Un carcinoma de 10mm con axila sin comprometer tiene más de 90% de posibilidades de que exista sobrevida a los 10 años, aun cuando su lesión sea de las más agresivas”. La detección temprana permite mejorar la calidad de vida: en la mayoría de los casos con cirugías de menor envergadura, conservando la mama, con mínima repercusión en la axila (ganglio centinela) y con terapéuticas sistémicas de menor agresividad.
Tratamientos “a medida”
“Cuando hablamos de cáncer de mama, antes se trataba la enfermedad una vez que aparecía. Desde hace muchos años, el objetivo cambió, para tratar a determinada mujer con cáncer de mama. Se comenzó a personalizar el tratamiento para cada una dado que no todas las pacientes son iguales”, explica el Dr. Juan Luis Uriburu (MN 72.558), Presidente de la Sociedad Argentina de Mastología y Jefe de Servicio de Mastología del Hospital Británico de Buenos Aires
¿Va la medicina hacia un tratamiento cada vez más personalizado?
Según el profesional, “la ciencia avanzó y aquel objetivo fue superado. Podemos decir que hoy tratamos a cada mujer con determinado cáncer de mama. No todos los cánceres son iguales. Y así como la cirugía del cáncer de mama fue evolucionando y transformándose cada vez más conservadoramente, también los tratamientos adyuvantes (complementarios a la cirugía) fueron individualizándose para cada tumor”, agrega el Dr. Uriburu.
Desde hace mucho tiempo, agrega, se identifican aquellos tumores que son respondedores a los tratamientos hormonales o endocrinos; y son esa identificación y tratamientos los que mejoraron el pronóstico de la enfermedad.
Los tratamientos han cambiado pero también las posibilidades de identificar qué tipo de cáncer padece cada una: “Desde hace algunos años se han reconocido oncogenes, para los cuales luego se diseñaron anticuerpos monoclonales que son dirigidos como ‘terapia blanco’ para esos determinados tumores; que eran más agresivos por expresar el gen, pero que vieron mejorado su pronóstico al recibir y responder satisfactoriamente a estas terapias”, detalla el presidente de la SAM.
Más reciente resulta la identificación de genes que -para cierto tipo de tumores- pueden calcular el riesgo de recaída de la enfermedad, como así también predecir si ese determinado tumor se beneficiará o no con un eventual tratamiento quimioterápico. Y entonces, a partir de allí, se puede indicar la quimioterapia a aquellas pacientes que la necesiten, así como también evitarla a aquellas a quienes no brinde beneficio. “La radioterapia también está en el camino de reducir la intensidad de los esquemas que se aplicaban antes”, agrega Uriburu.
En definitiva, “es cierto que el rumbo de la medicina en cáncer de mama apunta a personalizar el tratamiento. Personalizar en cuanto al individuo, pero también y especialmente en cuanto a cada tumor para así poder aplicarle el mejor tratamiento que necesite; no darle aquel otro tratamiento que no sea necesario y, como resultado, mejorar no sólo el pronóstico de la enfermedad, sino también, la calidad de vida de las pacientes”, concluye el experto.