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Francisco pidió «luchar contra la plaga del feminicidio» en la región

El Papa Francisco cerró el sábado su visita al norte de Perú con una petición a los fieles para que luchen contra la "plaga" del feminicidio, en una jornada en la que también cargó contra la violencia de los sicariatos y la falta de oportunidades de los habitantes de la región.

Tras una multitudinaria misa celebrada por la mañana en el balneario de Huanchaco, a la que acudieron cientos de miles de personas, el Sumo Pontífice se trasladó hasta la vecina Trujillo, por cuyo centro histórico se paseó a bordo del papamóvil entre calles repletas de gente.

En la Plaza de Armas, en el transcurso de una celebración en la que coronó a la Virgen de la Puerta, imagen de gran fervor popular a nivel regional, invitó a los presentes «a luchar contra una plaga que afecta a nuestro continente americano: los numerosos casos de feminicidio».

«Los invito a luchar contra esta fuente de sufrimiento pidiendo que se promueva una legislación y una cultura de repudio a toda forma de violencia», declaró.

Todos los actos del día fueron acompañados por cánticos, rezos y ovaciones, adornados con globos y pañuelos blancos y amarillos, pese al calor costero y a que muchos esperaron desde la madrugada para ver al Papa argentino. La plaza lucía desde la noche anterior muy iluminada y decorada con flores multicolores.

«Fue magnífico, es nuestra reina que nos salva de todo. Claro que estoy (emocionada) al ver a nuestro Papa y ver a nuestra madre celestial que es la Virgen de la Puerta», dijo Rosa Fernández, una viuda octogenaria que cantaba con fervor, junto a personas que escuchaban entre lágrimas y otras que rezaban con el rosario en la mano.

Más temprano, en la misa con participación masiva al borde del Pacífico, Francisco comparó a los pescadores del lugar con los discípulos de Jesús. «Así como ellos enfrentaron la tempestad sobre el mar, a ustedes les tocó enfrentar el duro golpe del ‘Niño Costero’, cuyas consecuencias dolorosas todavía están presentes».

Trujillo, capital de la región norteña de La Libertad, fue golpeada a inicios del 2017 por inundaciones tras seis deslaves de lodo y piedras que destruyeron barrios y balnearios, dejando a decenas de miles de damnificados y graves daños en la infraestructura en el norte de Perú.

El desastre natural, causado por el fenómeno climático llamado «Niño Costero», dejó 162 muertos y pérdidas equivalentes al 2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

En este contexto, Francisco también alertó sobre los «efectos devastadores» de las «tormentas» que azotan a los habitantes de esta región.

«Se llaman violencia organizada como el ‘sicariato’ y la inseguridad que esto genera; la falta de oportunidades educativas y laborales, especialmente en los más jóvenes (…); la falta de techo seguro de tantas familias forzadas a vivir en zonas de alta inestabilidad y sin accesos seguros», afirmó.

Trujillo es una de las ciudades con mayor índice de criminalidad en el país -uno de los mayores productores de cocaína del mundo-, azotada por extorsiones, asesinatos por encargo y bandas de narcotraficantes.

Al término de la misa, Francisco atravesó el barrio pobre de Buenos Aires, una de las zonas más golpeadas por las inundaciones y donde cientos de personas flanquearon en modo festivo el paso de su comitiva.

La calurosa acogida prestada por el pueblo peruano, tanto a su llegada el jueves a Lima como en su visita posterior a Puerto Maldonado el viernes y Trujillo el sábado, contrastó con la recepción más fría vivida en los días previos en Chile, donde la Iglesia Católica se ha visto sacudida por varios casos de abusos sexuales en los últimos años.

El presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, acompañó las dos actividades fuera de Lima. El primer papa latinoamericano pondrá fin a su viaje a Perú el domingo con una misa en una base aérea próxima a la ciudad de Lima, a la que se espera acuda más de un millón de personas.

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