Por Marcelo Fernández Bitar | Una tapa plateada y brillante, con una foto donde se la ve con mucho maquillaje corrido, es el punto de partida de La génesis, el nuevo álbum de Hilda Lizarazu. A diferencia de sus cinco trabajos anteriores, donde se lucía como cantautora, acá optó por grabar 14 canciones de los comienzos del rock local con arreglos deslumbrantes. De ahí el título, claro. “Se dio de forma natural –cuenta–, porque pensaba hacer un disco con canciones mías, pero se acercó un productor ejecutivo, ¡un mecenas!, que me propuso hacer un álbum de rock argentino”.

¿Es una producción independiente?

Sí. Me vengo manejando así hace más de una década: tengo mi sello, Díscola Discos, y estoy muy independiente, sin mánager ni nada. ¡A lo Shiva, a cuatro manos! Los músicos estamos asumiendo un lugar más ejecutivo desde el lugar artístico. En mi caso, como independiente trabajo mucho más que en una multinacional, con una estructura más chica. A veces se puede extrañar tener un montón de gente alrededor, pero esto da mucha felicidad; y si hay algún estrés, es solo por el temor a equivocarte con alguna decisión. Es artesanal hacer las cosas así, y me gusta. ¡Si no, estaría en el horno, porque es lo que tengo para hacer! Acepto el destino.

¿Las canciones de La génesis son las que escuchabas de chica?

Es todo del 68 al 73, pero no tuvo que ver directamente con lo emocional de lo que escuchaba de chica, porque, de hecho, hay canciones que no conocía. Por ejemplo, “A dónde irás, camalotal”, porque ese disco no lo tuve, si bien mi primer recital en vivo fue de Arco Iris. En ese momento era chica, estaba pupila y no muy metida en el rock.

¿Cómo fue hacer la lista de temas?  Están Los Gatos, Tanguito, Manal, Vox Dei, Moris, Miguel Abuelo, Almendra…

Fue didáctico, porque aprendí del disco. Y hay un montón de gente que nunca escuchó esos temas y que le podría interesar escucharlos. La elección de canciones fue un poco una tríada, con Lito Vitale y el productor ejecutivo, Eduardo Tapia, que también sumó ideas, por ejemplo “Violencia en el parque”, de Aquelarre. El tema de Gabriela (“Voy a dejar esta casa, papá”) también fue medio de último momento, y me encantó. Me acuerdo de que íbamos a hacer “Sucia y desprolija”, de Pappo, así con el título cambiado, pero no me sentí para nada identificada con la letra y me resultaba un poco neurótico el riff. Y en un momento, Lito sugirió hacer “Juntos a la par”, que yo suelo cantar en vivo, pero no tenía que ver con la génesis.

¿Y cómo elegiste los músicos para la grabación?

No es una banda fija. Yo digo que es un disco familiar, porque tocan Luciano Vitale y Juan Belvis, que es sobrino de Lito y tiene una creatividad y una musicalidad bastante fuera de serie. Lo laburamos tranquilos, sin abrir mucho el panorama musical a invitados. Hay un solo de [Héctor] Starc en el “Blues del éxodo”, y en algunos temas está Fernando Samalea, con quien estamos tocando desde el año pasado juntos.

 

No tenés banda fija actualmente, ¿no?

Toco en vivo con diferentes formaciones. No erráticas, pero pasa que salen más shows de dúo que de banda. La presentación del 9 de noviembre en el teatro Margarita Xirgu va a ser con banda entera y cuerdas, pero en los últimos dos años tuve mucha actividad con diferentes repertorios. Me gusta explotar la veta de intérprete y tratar de cantar respetando la melodía, pero imponiendo el tono propio. Estuve en el Colón, fui al Konex a cantar Piazzolla, viajé al Festival del Chamamé y también está lo de En un santiamén, que son canciones para chicos. Me gusta hacer muchas cosas, siempre y cuando me apasione el tema por cantar.

¿Qué te gustaría hacer el año que viene?

Mi idea sería girar por Europa. Mi hija cumple 18 y termina el secundario, así que tengo ganas de salir de trovadora. Y mi bajista y guitarrista Federico “Luigi” Melioli es europeo, así que estoy con intenciones de hacer España, Francia e Italia.