Parado encima del alazán “Pampita”, Cuki Cayunao contempla el horizonte y apunta con su celular hacia el oeste. Es que en esa dirección, a 45 km, está Maquinchao: intenta obtener señal para poder comunicarse. Atardece y quiere avisar en el pueblo que los trabajos en el campo se retrasaron y llegará más tarde de lo previsto. “En este lugar hay señal para poder hablar. Esta nueva tecnología para nosotros en el campo es muy buena: nos podemos comunicar con el pueblo por cualquier cosa que pase”, explica luego de cortar.

VIDEO Wasapeando

Manuel Andrés Cayunao, a quien desde muy pequeño su abuelo apodó Cuki (por el Festival de Cosquín), pasa la mayor parte de su tiempo en el campo, lugar en el que nació y vivió junto a sus padres y hermanos y que cuida desde hace 33 años en la Línea Sur. No tuvo la suerte de ir a la escuela. “Ni siquiera al jardín… Aprendí a leer un poco, me enseñaron mis viejos y también en la colimba. Hasta aprendí a escribir en lengua mapuche”, dice.

Disfruta del paisaje rural, los animales y las costumbres criollas que, según afirma “son su fuente de inspiración”. Después de haber trabajado de chico como cuidador de chivos y niñero y ya adulto como peón de campo y esquilador, hoy a los 58 años cuida unas 400 ovejas de su propiedad y divide su tiempo entre las tareas camperas y su pasión por la música. Esa que empezó a abrazar a los 17 cuando se pudo comprar su primera guitarra y luego continuó alimentando con el acordeón. Y cada vez que se le presenta la ocasión no duda en mostrar sus virtudes artísticas. Ya sea sobre el escenario de una fiesta regional, una señalada o simplemente entre amigos.

“Con lo que ganaba en la esquila compraba acordeones usados y les pegaba las teclas. En el 2000 pude comprar uno nuevo: era chino, pero me salió bueno…”.

Y es tan fuerte lo que siente por la música, que lo llevó a vivir solo. “Nunca me casé. La mujercita que tuve se había puesto celosa y yo quería seguir ‘musiqueando’, hacer lo que me gusta. Me quedé con la música y con ella estoy hasta ahora”, señala y agrega que actualmente es muy difícil que una mujer se adapte al campo. “No es fácil conseguir una camperita”, dice y sonríe.

La soledad, la geografía y su pasión le llevan escribir canciones a las que, en su gran mayoría, les pone ritmo de chamamé. Ha grabado tres trabajos discográficos: “Mi acordeón y yo”, “Bien de Maquinchao” y “Al trotecito por la Línea Sur”.

Y así como en 1993 Telefónica instaló el primer teléfono semi publico del país en Clemente Onelli y cambió la vida de los pobladores de la zona, desde hace dos años la fibra óptica que atraviesa la Región Sur a la vera de la Ruta Nacional 23 también está generando un cambio muy importante en materia de comunicaciones en esta amplia región. Permite, entre otras cosas, que Cuki pueda tener señal de celular en su campo, ubicado a 45 kilómetros de Maquinchao.

Del fijo al celu

En la publicidad de la empresa telefónica, aquel pintoresco personaje Sabino Morales decía “vieja, a que no sabes de donde te estoy llamando” y recorrió el país. Hoy, 25 años después, “Wasapeando”, uno de los temas del Cuki, también se ha convertido en un hit y vuelto viral en las redes sociales y se instala cada vez más en las radios de la zona. “Un día estábamos charlando con un amigo, un poeta de Maquinchao que se llama Carlos Uriz. Yo le contaba sobre mis vivencias en el campo y el de las nuevas tecnologías… y así salió este tema. Parece que a la gente le gusta”, afirma.

“Wasapeando”, fue presentado en sociedad en la Fiesta Nacional de la Lana que se realizó en marzo pasado en Maquinchao. Su letra hace referencia al avance de la tecnología y a la importancia que tienen hoy las comunicaciones. Le puso ritmo de ritmo de chamamé porque según dice el cantor “es una música muy alegre que a me gusta mucho porque hace gritar y retozar al paisano”.

Con esta canción Cuki Cayunao, wasapea con vecinos , con su novia Manuela que vive en Maquinchao, con Shakira, con Macri en la Casa de Gobierno y hasta con Donald Trump en Estado Unidos. Forma parte de su imaginario: su antiguo celular con tapita le impide acceder a esta forma de comunicarse.

“La gente me pide el tema y me gusta complacerla. Siempre me han tratado muy bien, soy un agradecido por lo que recibo de mis vecinos, me siento muy querido: me han hecho famoso”, sentencia Cuki. Y agrega: “Cuando empecé a tocar la guitarra, a los 17, ya me nacía en el pecho descubrir el paisaje y cantarle a mis paisanos, a mi pueblo, a mi gente, las costumbres, sus modos”.

Al terminar la frase hace sonar su acordeón y luego de los primeros acordes vuelve a repetir como tantas veces: “hoy señores les voy a contar, que moderno que estoy yo también, con el mundo me puedo conectar wasapeando desde Carrilaufquen”.

La letra: Wasapeando

Hoy señores le voy a contar

Que moderno que estoy yo también

Con el mundo me puedo conectar

Wasapeando desde Carrilaufquen

De Jacobacci la Trochita partió

Con destino que va hasta El Maitén

wasapeame a qué hora salió

wasapeame si todo anda bien.

Una lluvia que vino por fin

A los caminos los destrozó tan mal

Un wasap me ha llegado de El Caín

Y ahora dice que todo está normal

De Menucos me estoy wasapeando

Con esa gente que siempre trabaja

Por whatsapp yo le estoy encargando

Un camión lleno de piedra laja.

ESTRIBILLO

Wasapeando con mi gente copada

Wasapeando de arriba del caballo

Wasapeando con Sierra Colorada

Wasapeando con gente de Comallo.

Un wasap a mi novia Manuela

Un hola, hasta luego y chau

Es portera y trabaja en la escuela

De aquí, de mi pueblo Maquinchao.

Yéndome un poco de mi región

wasapeo verano e invierno

En contacto estoy con mi Nación

Y con Macri en la Casa de Gobierno.

El wasap la noticia me tira

Y a mí me mantiene informado

Un temita me pidió Shakira

Porque el Cuki siempre le ha gustado.

Internet te invita a conocer

descubrilo que tiene sentido

A Obama poder conocer y

Donald Trump en Estados Unidos

ESTRIBILLO

Wasapeando con mi gente copada

Wasapeando de arriba del caballo

Wasapeando con Sierra Colorada

Wasapeando con gente de Comallo.

La zona de Carrilaufquen Chico es “su lugar en el mundo”, afirma Cuki. La geografía, la fauna y flora silvestre, las costumbres del hombre de campo y la soledad, son la fuente de inspiración de este peón rural. En la zona se ubica El Pedregal, el campo que le dejara su padre. El lugar es inhóspito y olvidado. Para poder llegar hay que realizar una travesía. Transitar en vehículos el pésimo estado en el que desde hace años se encuentra el camino vecinal, convierten a los 45 kilómetros que separan el establecimiento ganadero de Maquinchao en una especie de safari a campo traviesa. El trayecto demanda casi dos horas.

Cuki, como el resto de los campesinos que viven en la zona, asegura que los reclamos para que lo reparen datan desde hace por lo menos dos décadas. Las respuestas no llegan y “hay que transitarlos como sea porque el campo no se puede abandonar. En invierno, la situación se complica aún más” señala. En ocasiones la nieve aísla la zona, tornándola impenetrable aun con vehículos 4×4. (Diario Río Negro)