Dramático: por la crisis, se abandonan tratamientos crónicos
La caída generalizada en la venta de medicamentos muestra también un descenso del 8% en aquellos recetados, indispensables para tratar hipertensión, diabetes y otras patologías crónicas. Los especialistas hablan de una "bomba de tiempo". Jubilados, el sector más afectado.
La crisis que sufre gran parte de la población argentina se refleja en postales cotidianas: se ven más personas en situación de calle, colas de personas pidiendo comida, revolviendo la basura o todavía buscando empleos, cada vez más precarios. Pero hay otras consecuencias, menos perceptibles e igual de críticas. Una de ellas se constata en el consumo de medicamentos. Según datos del Colegio Oficial de Farmacéuticos y Bioquímicos (COFyBCF), a causa del alza de los precios, la venta de remedios bajó un 12% durante el semestre pasado, en comparación con el año anterior. Sin embargo, al momento de desagregar las cifras, hay un número aún más dramático: el segmento de los medicamentos para tratamientos crónicos contabilizó una baja del 8% promedio. O sea, cientos de miles de ciudadanos están abandonando mes a mes sus medicaciones indispensables por no poder costearlas.
A principios de 2015, la caja de 50 comprimidos de Levotiroxina de 100 mg. (para tratar enfermedades tiroideas) costaba $ 44,99. En enero de este año alcanzó los $ 320. La caja de 30 de Simvastatina 10 mg. (para el tratamiento del colesterol) pasó de 140 pesos antes de la asunción de Cambiemos a los actuales 663,87 pesos. Según un informe realizado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), la inflación promedio de los medicamentos entre 2015 y 2018 fue del 235%, y algunos remedios esenciales se incrementaron más del 534 por ciento. En contraste, el aumento de la jubilación mínima de mayo de 2015 a diciembre de 2018 fue de 143,63 por ciento. Ante este panorama, los farmacéuticos del COFyBCF alertaron sobre «la interrupción de tratamientos de enfermedades crónicas, por dificultades de acceso a los medicamentos por razones económicas».
El recorte ya se ve mes a mes. En el segundo semestre de 2018, la venta de antiepilépticos bajó un 9,41%; la de agentes betabloqueantes (para la prevención de arritmias, como el atenolol), un 10,4%; los productos tiroideos casi un 6%; y los medicamentos para tratar la hiperplasia benigna de próstata (como el finasteride), un 8,5%; en los mióticos oculares antiglaucoma la baja llega al 6,8%; y los de regulación del colesterol/triglicéridos, al 9,8 por ciento. A manera de ejemplo, de agosto a septiembre se vendieron 150 mil antiepilépticos y agentes betabloqueantes menos.
«El que más gasta de su bolsillo para comprar medicamentos es el que menos tiene», remarca el doctor Antonio Di Nanno, secretario de la Asociación de Médicos de la Actividad Privada (AMAP). Y apunta a una falta de política nacional de medicamentos: «Acá los valores siempre se rigieron por la Secretaría de Comercio, nunca se discutieron en el Ministerio de Salud, para peor degradado ahora a Secretaría. Se considera a los medicamentos un bien de consumo, cuando son un bien social».
Para Di Nanno, el recorte en los medicamentos para tratamientos crónicos es una una «bomba de tiempo»: «El que no lo puede pagar, lo abandona. Y el que todavía puede, cambia a marcas no tan reconocidas de las que siempre nos quedan dudas si son buenas. Tienen que elegir: o comen o dejan la atorvastatina».
Los inhibidores de ECA para la hipertensión arterial (ejemplo, el Enalapril) bajaron sus ventas un 9,1%, con 100 mil unidades menos por mes; y los antagonistas del calcio, también para la hipertensión (amlodipina, el más conocido), un 9,97 por ciento. Di Nanno alerta: «El 40% de la población del mundo sufre hipertensión, pero no todos lo saben. Es una enfermedad silenciosa. Si encima sabés que la tenés y no podés pagar el tratamiento, es un riesgo alto».
Los antidiabéticos no son la excepción. De agosto a septiembre pasado, los orales disminuyeron sus ventas un 6,1%: 79.295 unidades menos. Y las tiras reactivas registraron una baja del 10,5 por ciento. Se trata de remedios que no pueden ser dados de baja por el paciente, precisan ser tomas continuadas. «Pensemos que el 10% de la población tiene diabetes. Por eso nos preocupa que lo económico haya generado una disminución en la compra, estamos viéndolo en forma muy frecuente», se lamenta Gabriel Lijteroff, director del Comité Científico de la Federación Argentina de Diabetes. El experto destaca que dentro de la patología, los más afectados son quienes padecen diabetes tipo 2, «que tienen lo que llamamos ‘polifarmacia’, ya que aparte de sus medicamentos para diabetes deben tomar otras medicaciones, para la hipertensión o para la dislipemia». Cuando dejan de cumplir con el tratamiento pueden surgir las complicaciones «crónicas», desde vasculares y cardíacas hasta renales u oculares.
El informe de CEPA hace hincapié en los jubilados. Para ellos, la suba de precios de los medicamentos «se agrava dada la modificación de la Resolución N°005 de PAMI, que agrega condiciones extremadamente extraordinarias (tener ingresos inferiores a 1,5 haberes previsionales mínimos, no estar afiliado a un sistema de medicina prepaga, no ser propietario de más de un inmueble, no poseer un vehículo de menos de diez años de antigüedad) para acceder al subsidio del 100% de cobertura en medicamentos».
«Cada vez son más los jubilados que dejan de comprar sus medicamentos. Hay alrededor de 7000 recetas caídas en la Ciudad de Buenos Aires, lo que significa que el jubilado va a la farmacia con las recetas, pregunta por el valor de los medicamentos, y vuelve con las manos vacías a su casa, porque ya no los puede pagar», subraya Christian D’Alessandro, abogado previsionalista y máster en seguridad social. Y resalta que «hay una preocupación muy grande con los remedios oncológicos, por los que el PAMI tiene que dar una respuesta».
La situación afecta hasta la salud sexual de la población. Mientras el gobierno demora la entrega de anticonceptivos, subejecutando programas clave como el de «Desarrollo de la Salud Sexual y la Procreación Responsable» (apenas el 69% de lo asignado en todo 2018), los farmacéuticos informaron que tan sólo de agosto a septiembre se vendieron 253.199 unidades menos de anticonceptivos orales.
Di Nanno habla de una «muerte invisible» en un sector creciente de la sociedad que abandona sus tratamientos crónicos, cuyas consecuencias «las veremos en unos años y no serán registradas como algo colectivo». Como especialista en Psiquiatría, enfatiza que también la medicación de salud mental ha dejado de comprarse como en meses anteriores: «Va a haber que estar atentos a las tasas de suicidios. En plena crisis de 2001 se había disparado a casi el doble de lo habitual. Abandonar la medicación de un tratamiento crónico es también una manera de dejarse morir». «
«Si tengo que pagar la medicación, no me alcanza para comer»
Juana Marín es jubilada, tiene 61 años, vive en Olmos y cobra la mínima. Debe destinar 900 pesos para pagar el agua, 1300 para la luz, 320 por cada garrafa, y otro tanto para cubrir un préstamo que se vio obligada a pedir para pagar el sepelio de un familiar directo. Así se le hizo imposible seguir cubriendo la medicación de casi mil pesos que le recetaron por un problema en la pierna. “Lo tuve que abandonar, me tuve que curar la pierna con alcohol, me quedó toda negra, pero ¿qué iba a hacer? Todo aumentó, menos el salario de los adultos mayores. Si pago ese medicamento, no me alcanza para vivir. ¿Cómo hago para comer? Es imposible”.
Juana resalta otro aspecto de la crisis en los medicamentos: la vergüenza de ir al médico y decirle que no puede pagarlo. Para evitar esa escena, al igual que otros tantos, decidió directamente no volver al consultorio: “¿A qué vas a ir, a pasar vergüenza? Prefiero no ir. Te someten a una situación por la que una no quiere pasar”. No es la única. En el centro de jubilados al que asiste está Leontina, que hace más de seis meses dejó de tomar el remedio para la artrosis. PAMI sólo cubre cuatro medicamentos por persona, y el de la artrosis es el quinto que debe tomar. “Hay días que me dice: ‘No aguanto más, no puedo hacer nada con las manos’. A mí me da una impotencia”, enfatiza Juana. Y se lamenta: “El teléfono lo di de baja después de más de 30 años. Si no pago la luz, me la cortan. Te someten a una situación de indignidad. En vacaciones ni pude llevar a mi nieto a comer algo afuera. No creí llegar a esta edad y ver esto. Esto no es vida.”
Ofensiva de los laboratorios extranjeros
Los farmacéuticos denuncian una «ofensiva de laboratorios extranjeros por patentes medicinales». En un comunicado publicado el viernes, apuntan que «CAEME, la cámara que agrupa a los laboratorios extranjeros en el país, descargó toda su artillería por un régimen de patentes restrictivo y funcional a sus intereses monopólicos, durante una reunión convocada por la Secretaría de Industria para discutir un plan sectorial de desarrollo para la industria farmacéutica y las pymes del sector”.
Según detallaron participantes del encuentro, CAEME exigió la derogación de las Guías de Patentabilidad adoptadas por la Argentina en el marco del Mercosur, y pidió que se acepte el capítulo que exige la Unión Europea para firmar un tratado de libre comercio. «El endeudamiento del gobierno argentino y su dependencia de los organismos internacionales ofrecen un campo de cultivo para que avancen sus demandas», se lamentaron los farmacéuticos. Y vaticinaron que «sería el fin de la industria nacional».